Interesante historia de Darwin

EDITORIAL
UN JOVEN DE 22 AÑOS se embarca y da la vuelta al mundo. Está cinco años fuera de casa, de 1831 a 1836, y en ese tiempo tiene ocasión de pisar Australia y Tasmania, las islas de la Polinesia, el sur de África y, sobre todo, América del Sur, desde las exuberantes selvas de la Amazonia hasta las desoladas extensiones patagónicas... Allí adonde va recoge diligentemente miles de muestras de todo tipo de animales que envía a especialistas de su país para que las clasifiquen y estudien. Aquel país es Inglaterra, aquel joven es Darwin y aquel viaje confirma, como leemos en su Diario, los prejuicios corrientes en un muchacho británico de clase acomodada y estudios superiores. «Hay quien se pregunta qué placeres puede ofrecer la vida de ciertos animales inferiores –dice tras ver a los indígenes de la Tierra del Fuego–; pero ¡cuánto más razonable sería hacer la misma pregunta con respecto a esos bárbaros!». Tasmania «posee la gran ventaja de haberse liberado de la población indígena». Australia demuestra que «enarbolar la bandera británica parece sentar una base infalible de riqueza, prosperidad y civilización»… Pero hay algo de sí mismo que ese chico no sabe. Ignora que el viaje ha sembrado en su mente la semilla de la duda: ¿cómo pueden unos fósiles gigantescos parecerse a especies vivientes tan pequeñas? ¿Por qué son tan distintas entre sí las tortugas o las aves de las islas Galápagos? La duda crecerá hasta tomar la forma de un libro que va a cambiar la historia del mundo. Porque con él, Charles Darwin, que un día fue un joven cargado de prejuicios, hirió de muerte la mayor de las certezas: que el mundo es inmutable y el Creador lo hizo así de una vez y para toda la eternidad.

JOSEP MARIA CASALS Director

Tome este recorte de un editorial de la revista history, muchas cosas interesantes son mencionadas en este. 

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